miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿Sirven realmente de algo las Organizaciones de Cooperación no gubernamentales?, corrientes propias del texto de; Alan Fowler y Kees Biekart.

La Cooperación al Desarrollo en su práctica política, se manifiesta en acciones y actividades que focalizan su objetivo hacia la respuesta de esferas aun no resueltas. Dichas esferas responden a necesidades que la sociedad civil de una de las contrapartes no es capaz de solucionar. Es por ello, por lo que Organizaciones No Gubernamentales al Desarrollo e instituciones políticas, ha través de proyectos y la AOD, en su respectivo caso, se benefician de dichas necesidades no resueltas, para elaborar y organizarse haciendo uso de la ayuda publica y privada, y focalizar sus intereses hacia países y sociedades, que bajo su juicio son prioritarios.

Aquí deberíamos plantearnos a que responden las prioridades, y como son justificadas. Para ello, existen instrumentos de evaluación y seguimiento, no obstante, estos solamente quedar enmarcados dentro de la esfera política de financiación, es decir, responden a la obligación de su justificación institucional de la recepción de recursos, mayoritariamente económicos. No es extraño, que esto solamente sea exigido en la esfera política, donde queda la responsabilidad civil de la sociedad?

Enlazando con esta cuestión nos planteamos, si realmente algunas de las ONGD’s más relevantes de la esfera internacional, pueden ser cuestionadas a la hora de elaborar informes de orden públicos, ya que en la mayoría de los casos estos informes están marcados por la promoción y la realización efectiva de los proyectos, y pocas veces dejan espacio para las criticas, más aun si su financiación es sumamente privada.

Otra cosa es la diversidad de la esfera social, esta queda presente en todas las sociedades, aunque dudemos de algunas, y las intervenciones de la cooperación lo tienen en cuenta. Tanto es así que sus acciones quedan diversificadas hacia ámbitos recogidos en el Programa de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, otra cosa es la adecuación de estos índices y el cuestionamiento de las limitaciones que en el lleva. Donde queremos llegar es a la existente y patente falta de coordinación, que existe hoy en día en materia de Cooperación Internacional al Desarrollo, y es que en la mayoría de los casos, el ‘proyectismo’ muchas veces choca y otras se ve encubierto bajo supuestos y pre concepciones. Lo cual tiene su repercusión en la sociedad local, en la formación de sub grupos, anteposición de ideas propias...

Por último, también deberíamos reflexionar en el proceso de reciprocidad. Cooperar no solamente significa intervenir en los casos donde haya una necesidad patente, sino el proveer de formación y cohesión, la red social de los cooperantes y de los que participan bajo el rol de beneficiarios directos de las acciones. Bajo mi perspectiva, pienso que es importante reflexionar sobre el carácter interdisciplinar en las intervenciones de la cooperación, de manera que se evite la imposición de un modelo hegemónico unidireccional. Así mismo, y siguiendo a los autores, es necesario cambiar el carácter justificativo y de control que hay en las evaluaciones, y progresar hacia una honestidad que se vea reflejada en la suma de valores, y los procesos conseguidos, tanto de resultados positivos y negativos, de manera que se avance hacia una mayor adecuación de las futuras políticas, publicas y privadas, en materia de cooperación al desarrollo.

FOWLER, A., BIEKART, K. (1998), Compasión y Cálculo. Cap. IV. Icaria, Barcelona

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